Por María Alejandra Gámez Román
El pasado 31 de Julio se realizó la jornada Día Mundial contra el Acoso y Tortura Electrónica. Un delito poco conocido pero del cual cada vez más personas, víctimas y no víctimas estamos tomando conciencia. En todo el mundo surgen grupos de denuncias de personas objetivo del uso y alcance de estas terribles armas, cada vez más avisados de la necesidad de prohibir el uso de estas armas y tecnologías de guerra, que están siendo usadas contra civiles inocentes y desprevenidos.
En mi país Venezuela, durante los años 2014 y 2015 principalmente, fuimos testigos a través de acusaciones de internet con relación a la violación de los derechos humanos mediante el uso de tecnologías de última generación contra personas indefensas de la sociedad civil. Hasta el momento no he sabido que exista ninguna organización venezolana o internacional que haya dedicado algún esfuerzo a investigar en este sentido. Y no solo eso. Sorprende la poca seriedad con la cual se aborda el hecho. La población general lo desestima por la ignorancia total de su existencia, pero los entes encargados de defender los derechos de las torturados tampoco investigan.
Ni aún la prensa se interesa por averiguar el trasfondo real. Ahora, bien, es un hecho constatable que tales tecnologías existen, son reales. Los inventos están patentados e incluso sus usos y descripciones aparecen en internet y en diversas oficinas de patentes del mundo. Cada día se producen hechos noticiosos en el campo de la ciencia que dan cuenta de los avances en este campo, hasta el punto de que hoy en día la existencia de armas y dispositivos capaces de realizar registro, análisis e interpretación de señales bioeléctricas del organismo humano de forma encubierta son una realidad aterradora. Pero la información relativa a las investigaciones y aplicaciones por parte de diversos países, de sus ejércitos y servicios de inteligencia permanece oculta al público. Se nos habla de un futuro maravilloso gracias a los adelantos en materia de neurociencia, pero se soslaya el hecho de que justo a causa de ese avance, hoy ya es posible manipular estados de ánimo, acceder y decodificar pensamientos, convertirlos en texto, e incluso imágenes; así como implantar representaciones e ideas en el cerebro humano. Que ya existe armamento para dañar al objetivo a distancia causándole dolores físicos y emocionales. Se silencia el daño cognitivo y físico que sufre una persona como consecuencia de la aplicación de este conjunto de técnicas tendientes a debilitar la voluntad. Las personas afectadas por este tipo de crímenes no tienen un lugar donde acudir para recibir ayuda. Por lo general son catalogadas como psicóticas o esquizofrénicas, y en la mayoría de los casos condenadas a vivir marcados por el dolor y el sufrimiento el resto de sus vidas. Sus derechos humanos son violados sin que tengan la más mínima posibilidad de defenderse, ni aún de formular una denuncia que sea tomada en consideración.
¿Qué hace que sea tan difícil para las personas aceptar que este sistema de vigilancia y tortura que viola la privacidad de las personas y sus derechos humanos fundamentales existe y es real? ¿Qué hace que nos resistamos a creer lo que está sucediendo delante de nuestros ojos? ¿Cuándo reaccionará la sociedad ante el hecho de que la posibilidades reales de la ciencia y de la tecnología hace tiempo que sobrepasaron la legislación existente para proteger los derechos humanos y la integridad física de los ciudadanos? ¿Por qué el silencio de gobiernos y autoridades? Todos tenemos el derecho a ser informados de los alcances de este tipo de actividad a la cual podemos estar expuestos. En este contexto, la buena noticia para los afectados es que este año, la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH) y el Relator Especial sobre la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes, Dr. Nils Melzer, extendieron una convocatoria para denunciar casos de tortura a la cual han respondido varias ONG y organizaciones de la sociedad civil que agrupan a víctimas de acoso y tortura electrónica en varios países, como Viactec España, Targeted America, Pacts Internacional y Fredoom for Targetal Induviduals. Y a diferencia de los mecanismos de denuncia de los órganos de supervisión de la aplicación de los tratados de derechos humanos, no es necesario agotar recursos internos para que el Relator Especial intervenga.
Esperamos que al fin salga la verdad a la luz y sean oídas las voces de las innumerables víctimas del acoso y tortura electrónica.
Si eres víctima de tortura electrónica, denuncia :
https://www.ohchr.org/EN/Issues/Torture/SRTorture/Pages/CallGA75.aspx
Rodríguez Delgado y sus experimentos:
https://es.wikipedia.org/wiki/Jos%C3%A9_Rodr%C3%ADguez_Delgado
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