Por: Miguel Villaverde Cisneros
02/05/20
Hoy, como en los últimos días estuve regresando muy tarde del trabajo, una movilidad particular me trae desde San Bartolo por las noches, las calles lucen vacías, no hay gente ni carros; y últimamente pocos policías y militares se ve en las avenidas. Se escucha increíblemente el sonido que causan las olas al estrellarse con las rocas en el mar, nunca lo había sentido tan cerca.
Me provoca decirle al chofer que pase lentamente por todas las casas de la gente que conozco, mientras me lleva de regreso a la mía. He estado a menos de 5 cuadras de la casa de mi padre, y no he podido verle, por temor a poderlo contagiar.
Pareciera que soy el último ciudadano en entrar a casa, pero no es así; pienso en aquellos que limpian las calles, arriesgando su vida por nosotros, los médicos en los hospitales que se amanecen sin los implementos adecuados, los efectivos policiales y militares que cuidan de nosotros, ellos serán los últimos. Sigo avanzando. Paso por los negocios donde antes comía, donde antes tomaba con mis amigos, donde antes solía divertirme. Volveré a esos lugares lo sé. ¿Cuándo será? No lo sé, seguro que pronto. Quizá algunos ya no nos acompañen, es una posibilidad. Entonces ya nada será igual, pero resistiremos.
El carro sigue avanzando.
El camino sigue y el clima va cambiando. Ya es otoño, el frio se siente de noche. Se siente cada vez más intenso con las calles vacías. Me pregunto a mí mismo ¿Vale la pena el confinamiento? Creo que no es tan cierto que todo este sacrificio nos salvará de ser contagiados. Creo más bien que esta pandemia es la excusa perfecta para quitarnos todo. Nadie dice nada, nadie hace nada.
Yo creo en la sagacidad del peruano, tenemos algunos antecedentes para resistir. Recordemos: los golpes de Estado del siglo pasado, el ‘Fujishock’, del genocida Alberto Fujimori, y a Hurtado Miller con su frase: “Qué dios nos acompañe”. Por esos mismos años, la epidemia del cólera nos acechaba. Justo después del desastre sufrido en el primer gobierno de García y el terrorismo.
Necesitamos creer, que unidos hemos superado situaciones adversas y muy trágicas, y seguimos aquí. Necesitamos reinventar nuestros estilos y formas de vida. Cuando termine el confinamiento, el virus seguirá ahí ¿Qué haremos? Sé que resistiremos.
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