Por: Miguel Villaverde Cisneros
0605/20
Andrea tenía 10 años, no hacía mucho que superara la muerte de su madre y el abandono de su desgraciado padre, quien se iría cuando no podía valerse por sí misma. Vivía en un orfanato del centro de Lima, era aplicada para los estudios y había desarrollado mucho su habilidad con las artes y las ciencias. Le gustaba ver películas de la fauna silvestre y documentales sobre la naturaleza.
Un tiempo después fue adoptada por una agradable familia que la quería mucho y se lo demostraban con mucho amor, cariño y ternura que le daban cada día. Andrea también comenzó a quererlos como sus padres: le dieron estudios, pudo terminar la secundaria, en un buen colegio parroquial y más tarde pudo ir a la Universidad a estudiar medicina. Pero dentro de ella seguía el deseo de encontrar al maldito que causó la muerte de su amada madre y que le había causado tanto daño en su niñez. Tanto para sembrar el odio en ella.
Sentía que su madre no descansaba en paz.
A veces tenía pesadillas. Se despertaba de repente, asustada y preocupada. En sus pesadillas veía un par de niños y una mujer que eran maltratados por un hombre, pero no le veía el rostro en sus sueños, sólo veía esa familia sufriendo, como sufrió ella cuando era niña, el sueño era recurrente y tormentoso, soñaba una y otra vez lo mismo sin entender por qué pasaba esto, pero no les contaría a sus nuevos padres, por qué no quería molestarlos con algo que quizá era pasajero.
Cuando terminó su carrera de medicina en la Universidad, fue a provincia a buscar a sus abuelos y a hacer sus prácticas; allí conoce a su mejor amiga, una colega también, era la mujer más amigable que había visto, congeniaba mucho con ella. Tenía casi las mismas expectativas y sueños, empieza a tener sentimientos confusos, su buen trato hace que se enamore de ella. Su amiga doctora también, aceptaría que se frecuenten, sería algo nuevo y muy interesante para ella.
Comenzaron a salir hasta que se hicieron pareja, no importaba lo que se diga de ellas, eran relativamente felices, Vivian su romance plenamente. Ya la sociedad cómo que superaba esa situación y lo veía normal. Ya había dejado de ser una controversia el matrimonio igualitario. Tanto así, que el nuevo congreso dicta la Ley de matrimonio civil igualitario, situación que recibieron con mucho entusiasmo Andrea y su pareja.
Fue así que pudieron casarse. Ambas doctoras recibidas, decidieron formar una familia y en un mediano plazo adoptar un niño. Abrieron un consultorio y trabajaban juntas por las tardes, después del turno en el hospital. Su pareja ya sabía de sus pesadillas, todo se lo contaban. Era una relación fluida y muy respetuosa.
Días después, La esposa de Andrea le cuenta a esta, que constantemente llega al hospital una mujer con golpes y contusiones por todo el cuerpo y que no parecían ser accidente como ella lo decía de manera temerosa. Se le viene a la mente los recuerdos desdichados de su niñez, queda pensativa, mirando el piso. Con la mirada perdida. Lleva consigo una sed de venganza, odio disfrazado de justicia. Siente que la paz de su madre está cerca.
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Que bello relato. Me gusta como escribes Miguel.
Estuve siguiendo los relatos que publicas sobre Andrea, fascinante realmente. tienes talento.