por: Miguel Villaverde Cisneros
07/05/20
Cada vez que Andrea veía un abuso contra una mujer, de inmediato pasaban por su mente viejos recuerdos de su infancia: un padre abusivo y machista empedernido.
Estaba ya casada ella con una doctora, esta le contaba en reiteradas ocasiones sobre una mujer que iba toda magullada, cómo si la golpearan insistentemente, de manera descomunal. Andrea le dijo a su esposa que deberían hacer algo para ayudar a esa mujer, antes de que le pasará algo peor, cómo le pasase a ella y a su madre en su niñez.
Estaba en consulta habitual, de pronto, antes de irse, llega dicha mujer otra vez, pero está vez la atiende Andrea, pero no venía sola. Para su sorpresa venía con su padre, el causante del martírio de su madre, resultó que él era el esposo de esta señora y también le estaba haciendo a ella lo que le hacía a su madre, años atrás.
No la reconoció, por suerte.
Sentía mucha ira al ver a su padre, habían pasado muchos años y no reconocía a la triste niña descuidada y miedosa, en la doctora buena moza y amable en que se había convertido Andrea.
Supo ella, que era su oportunidad de vengarse, así que después de salir de ahí los siguió sin que la vieran y se dio cuenta que tiene un par de hijos pequeños y ambos también estaban desnutridos, descuidados y maltratados. Lloró en su auto, por los que eran sus hermanitos, sabía muy bien por lo que estaban pasando y sentía que su deber era salvarlos a ellos y a su madre de la basura en que se había convertido su padre.
Cuando Andrea llega a su casa le cuenta todo a su esposa, la cual no dudó en apoyarla de inmediato, y planearon finamente como sacar a sus pequeños hermanos de allí.
Pero no sería fácil.
Tuvieron que hablar con la madre de sus hermanitos, la cual después de algunas insistencias, tomó la decisión de ayudarlas, para proteger a sus pequeños hijos, ya que ella sabía que también moriría de SIDA al ser contagiada por ese maldito que abusaba de ella y también la engañaba.
Días después de planear que les diera a los niños, se encontramos con ella en un parqueo y ella los llevó consigo, como pudo, con lo que tenían puesto y nada más. Se los entregó a Andrea y a su esposa. Le dijeron a la madre de sus hermanitos que regresaran y que más tarde irían por ella.
Esta seria, una mala decisión.
Justo cuando se estaban yendo en el auto, vieron por el retrovisor como él la tomaba por sorpresa y la acuchilló por la espalda, mientras ella corría por su vida y luego se dio a la huida como un cobarde, como siempre lo fue.
Andrea sólo atinó a mirar, sus hermanos que se habían quedado sin madre al igual que ella por culpa de ese maldito y su odio creció más. Sentía ganas de matarlo para que ya no lastimara a nadie más, ni dejara más hijos desamparados. Llegaron a casa e instalaron a los niños en una habitación. Andrea y su esposa se pusieron de acuerdo para hacerlo, tuvo la suerte de que también la apoyara en ello. Así que sabiendo dónde vivía él, era cuestión de ir a hacerle una pequeña visita que no duraría mucho.
Al día siguiente fueron a buscarlo a su casa, ahí estaba tirado en su cama de lo ebrio que estaba, así que aprovecharon para taparle la boca y atarlo a la cama, esperaron a que despertara y se sorprendió de verlas ahí a su lado.
Le pregunté si me recordaba y él sólo se quedó viéndola un momento y al fin recordó que era su hija, esa niña indefensa que había abandonado a su suerte, después de provocar la muerte de su madre.
Intentó huir, pero no logró zafarse de sus ataduras, le dije que no luchara en vano y que de todas formas le iba a hacer pagar por todo. Su esposa sacó una jeringa con un potente sedante de su bolso y se la inyectó en la vena para así poder sacarlo de ahí. Lo metieron al auto sin que las vieran y se dirigieron a un lugar poco habitado donde había una casa abandonada y allí bajaron el cuerpo, lo pusieron de rodillas, con las manos atadas atrás, sobre un poste.
Su suerte está echada.
Cuando despertó, no dio más largas al asunto, sin mediar más palabras, Andrea le dijo que le iba a hacer lo mismo que a su madre y a la madre de sus hermanos, comencé a golpearlo sin parar por todo el cuerpo, cada vez más fuerte. Desató su ira de tantos años contra él hasta el cansancio y finalmente cuando estaba casi exhausto, le disparó 3 veces en la cabeza matándolo de inmediato. Guardaron el arma y se dieron a la fuga.
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