Por: Miguel Villaverde Cisneros
02/04/21
Algunas reflexiones a una semana de una elección crucial, en estas horas trágicas nos toca elegir quienes pasarán a segunda vuelta y tomarán las riendas del país. Sin embargo, el Perú no puede darse el lujo de esperar, hay medidas que no pueden esperar al 28 de julio, a que se instalen las nuevas autoridades. Miles de peruanos muriendo asfixiados por la ineficiencia del aparato del Estado, no ha habido respuesta oportuna a esta catástrofe, un total fracaso en la administración de la pandemia. Un Estado ineficiente y altamente corrupto. Con un sistema de salud colapsado antes de la pandemia, un modelo educativo totalmente desigual, un Estado que antes de la pandemia no podía garantizarte ni seguridad ni trabajo.
Lo evidenciado en esta crisis nos da la tarea impostergable de repensar el Perú ¿Somos una República? ¿Sirve esta forma de organización? ¿Qué está fallando? Es hora de dejar la pesadez y la resignación en la que quieren que caigamos, cada vez que no encontramos salidas al entrampamiento que nos ha conducido las clases dominantes.
Estamos por cumplir 200 años de independencia y llegamos sin oxígeno, sin desarrollo, sin instituciones sólidas y casi sin sueños. Cada 5 años aparecen candidatos con la receta en salud, educación, en trabajo y economía ¿Para qué demonios han servido entonces estos 200 años? No se ha articulado un proyecto de país, cada 5 años cambiamos de chofer, pero sin saber hacia dónde vamos.
Esto me deja más que preocupado, sobre todo por el desenlace de estas elecciones y creo que esta sensación es compartida por muchos peruanos. Los debates vistos hasta el momento, nos da la idea que estamos por entregar al Perú, a personas que no están preparadas para resolver los grandes problemas que nos aquejan. Nuestro país pasa por la peor crisis de su historia, 150 mil peruanos muertos, más que en la guerra con Chile. Este es el saldo de una visión equivocada, de una república fallida, con la corrupción que hace agua en todos los niveles del estado. Y creo que esta crisis no se resuelve con las elecciones ¿Qué hacer? Es complejo, pero el problema tiene raíces más profundas y está en la Constitución Política y la visión que tenemos de república.
Creo que hemos perdido el sentido de nación, hemos perdido el horizonte de a dónde vamos, nuestros ideales al formar esta república, nuestro sueño en un país distinto. Dónde la gente se organice para conquistar esos sueños de la nación. Ello, por el contrario, ha conllevado a la generación de una clase política apátrida, que opera por sus intereses propios, separada de la sociedad, que vive de espaldas a los grandes intereses del país. Situación que excluye a las mayorías o al “Otro Perú” en palabras de Matos Mar. Sólo esto explica la gran desazón de la población por la clase política y sus representantes. No por nada a una semana de las elecciones, al rededor un tercio del electorado no tiene claro por quien votar.
¿Nos ha servido 200 años de república? Esto nos hace pensar seriamente que no tenemos República, que más bien el Perú es una “republiqueta”, una república de etiqueta, una copia mal hecha de la democracia europea del siglo XIX. Instituciones débiles, minadas por la corrupción en sus diferentes expresiones, son la muestra que 200 años no han servido de mucho. Ya hace 100 años Gonzales Prada sentenciaba: “Dónde se pone el dedo, salta la pus”, de esa manera señalaba la gran corrupción en las altas esferas del Estado en ese entonces, un estado a todas luces fallido.
¿Es suficiente votar bien? Creo que no. Hay más civiles que ciudadanos. La gente no es consciente de sus derechos y roles en una sociedad como la peruana. La derecha se ha encargado que en el Perú no haya ciudadanos, sino votantes. Haciendo del clientelismo su método más efectivas.
Hoy el diagnostico de Jorge Basadre, explica mucho de nuestra situación, expuso dos problemas que explicaban todo, incluso nuestra derrota en la Guerra del Pacífico: 1) El abismo social, las brechas gigantescas en nuestro país, expresado en la desigualdad. 2) El Estado empírico, es decir un estado lleno de gente improvisada, ladrones, que no permite pensar en un horizonte común. Por su parte, Raúl Chamané en «La República inconclusa», nos habla de una República inacabada, de una república que carece de ciudadanos, de democracia e instituciones. Más que inconclusa, da la impresión que nunca comenzó a construirse. El Perú ha tenido 12 Constituciones y ninguna ha representado los intereses reales de un pueblo que ya no está dispuesto a callar y que no se puede dar el lujo de ver una vez más a un ex presidente hacer cola para ser procesado. Ya no creo que podamos tolerar más.
A puertas del bicentenario, se hace necesario entender que no podemos seguir siendo el país que vende piedras para abastecer a las empresas transnacionales, que ponen precios miserables a nuestros productos y nos venden productos manufacturados, generando trabajo fuera de nuestras fronteras, cuando en estos momentos 9 millones de peruanos se quedaron sin empleo, no por la pandemia sino por el modelo irracional que se viene implementando hace 3 décadas y que la constitución fujimostesinista consagra. Es necesario industrializar el país, desarrollar una clase trabajadora calificada, con salarios dignos, con una vida digna; es necesario desarrollar una educación nacional de calidad, pública y gratuita, que sea un derecho y no un servicio lucrativo, cuyo objeto sea el desarrollo nacional; es necesario hacer de la salud un derecho, no un servicio para lucrar; es necesario que la seguridad ciudadana sea garantizada por la población organizada y una policía que nos proteja no que se corrompa; es necesario que la justicia no esté controlada por los intereses de empresas corruptas y funcionarios delincuentes.
Finalmente, siempre terminamos eligiendo a alguien que termina traicionando nuestras expectativas. Esta semana santa debe servir para reflexionar sobre las posibilidades reales que tenemos como nación y las taras que impiden esa posibilidad se concrete. Un pasaje que recuerdo cuando leí la biblia, fue lo sucedido en Judea, cuando la gente eligió al ladrón en vez de al predicador, espero que este 11 de abril no nos pase a nosotros. Tomémonos una pausa para meditar nuestra decisión y que este sea expresión real de algo consciente y no sólo emocional.
Deja una respuesta